sábado, 11 de abril de 2020

Alegría auténtica, profunda, basada en la certeza


Estamos  celebrando la Resurrección de Jesús y nuestra resurrección. De la mano de Jesús caminamos hacia  una tierra nueva, y  Dios secará las lágrimas de nuestros ojos, y la muerte no existirá más, no habrá duelo, ni gritos, ni dolor, porque todo esto es ya pasado.
Algo que me causa conflicto es que la gente cuando piensa en Jesús, lo sigue viendo en la cruz, muerto. ¡Él está vivo, está con nosotros!
En Jesús puedes comprender que el amor es capaz de transformar el dolor, la enfermedad y el sufrimiento en una ofrenda amorosa que trae salvación, paz y bien a nosotros y al mundo entero.
La Resurrección de Jesús es una alegría auténtica, profunda, basada en la certeza de que Jesús  ya no muere más, sino que está vivo y activo en el mundo. Esta seguridad vive en el corazón de los creyentes desde esa mañana de Pascua, cuando las mujeres fueron al sepulcro de Jesús y los ángeles les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? (Lc 24, 5).



Cuántas veces, en nuestro camino cotidiano, necesitamos que nos digan: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Cuántas veces buscamos la vida entre las cosas muertas, entre las cosas que no pueden dar vida, entre las cosas que hoy están y mañana ya no estarán…
Así de importante es la Resurrección de Jesús. Su vida, muerte y resurrección forman una unidad completa.  Jesús vivió, murió y resucitó, predicando el evangelio del amor, del amor a Dios, a los demás y a uno mismo.
Jesús no se queda en su Resurrección. Nos promete a todos  que vamos a correr su misma suerte, que también nosotros vamos a resucitar. Nos regala la resurrección. “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque muera vivirá para siempre”. (Juan 11, 25-27)
Jesús viene a cumplir uno de los anhelos más fuertemente arraigado en nuestro corazón: vivir siempre y que la muerte no nos pueda. Pero vivir siempre no de cualquier manera, sino vivir siempre de manera totalmente feliz, sin un miligramo de dolor, de sufrimiento o de tristeza
Dándole vueltas a este anhelo de eternidad, la persona de Jesús aparece con todo su amor y todo su poder. La resurrección de Jesús es la victoria sobre la muerte
Por eso el Papa Francisco no se cansa de repetirnos “que no os roben la esperanza”. Es decir, la esperanza, la  certeza de que nuestra vida termina bien, que nos espera la resurrección a una vida plenamente feliz. No se vive igual con esta esperanza que sin ella.

Mari García
Catequista de Confirmación
Monitora Pascua Xoven

1 comentario:

  1. La transformación, tal cual dices..dejar rencores y nacer a una vida nueva...mucho más fácil de escribir que de llevar a cabo...pero almenos intentemoslo, puesto que vivir en una luz plena tiene que ser la leche, lo difícil es llegar...🙏🥰

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