viernes, 10 de abril de 2020

El desenclavo

 “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. E, inclinando la cabeza, expira.

Silencio. El cielo se oscurece y llegan las tinieblas. Sus discípulos, desolados, sobrecogidos contemplan la escena. Esperan que levante la cabeza, que pronuncie una palabra. La Luz del Mundo, Él, que cuidaba y curaba a los enfermos, que perdonaba a los pecadores, no está ya con ellos. ¿Realmente los abandona?

¿Qué va a ocurrir ahora? Tristeza, miedo e incertidumbre invaden sus corazones ofendidos por las burlas de quiénes miran el Cuerpo y no respetan este instante; se reparten sus ropas y susurran que se salve a sí mismo si de verdad es el Hijo de Dios. 




Un hombre reacciona, 
serenamente reclama el cuerpo de Jesús, 
lo desenclava y lo desciende. 
María, 
fiel e incondicional, 
tiene el corazón desgarrado, 
es una madre ante su hijo muerto. 
Piadosa, 
lo acoge entre sus brazos.





El Hijo de Dios, el que curaba a los enfermos, el que multiplicó los panes yace sin vida en un sepulcro y, con Él, toda esperanza de salvación. ¿No es un sinsentido que todo acabe así? ¿Acaso su vida y sus enseñanzas podían hacerles pensar que este sería el final? ¿Es este final coherente con su mensaje? ¿O no es el final?



La falta de comprensión del mensaje de Jesús los desconcierta y dispersa. Evidencia que su Fe es un fino hilo que se rompe ante las primeras dificultades y la muerte.


Ruth y Sabela Alfonsín
Catequistas de Primaria y Grupo Pascua Xoven

1 comentario:

  1. Evidentemente es contradictorio lo que Jesús predica y lo sucedido..pero yo creo que Él sabía su destino final antes de que ocurriera, sabía con certeza a dónde lo llevaba sus actos, fueron sus seguidores los que al principio se negaron a aceptar la situación, necesitando un tiempo para entender el verdadero mensaje de Cristo..🙏😘😘

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