viernes, 10 de abril de 2020

Viernes Santo


En estos días nos recomiendan hacer un minucioso examen en lo más profundo de nuestra alma y corazón sobre nuestras acciones frente a Dios, nosotros mismos, nuestra familia y amigos, y desde ese punto de vista,  ver en qué estamos fallando, y el sentido que le estamos dando a nuestra vida, para tomar a tiempo el camino correcto.  La palabra “reflexión” es clave en nuestro actuar del día a día para ser mejores seres humanos, comprometidos con Dios, con nosotros mismos, nuestras familias y la sociedad en sentido general.
Pienso que es difícil realmente poder apreciar en su totalidad el sacrificio que Dios hizo al entregar a su Hijo para morir por nuestros pecados.  Por lo menos esto siempre lo fue para mí.  Sin embargo, hoy en día como madre, creo que me es más fácil poder apreciar lo que Dios pudo haber sentido cuando permitió que  Jesús muriera en una cruz.
 Tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la muerte de Jesús.  Es una oportunidad única para  preguntarnos si esa muerte en la Cruz nos va a servir a nosotros. Creo que la muerte de  Jesús en una cruz no nos va a salvar automáticamente” a menos que nosotros tomemos la decisión de seguirle.  Y seguir a Jesús significa que nosotros también vamos a tener que tomar nuestra propia “cruz” y seguirle por esa vía dolorosa que vamos a tener en este mundo, un camino difícil en todo el sentido de la palabra.  


Vivimos en unos tiempos en donde muchos  prometen felicidad  y salud  para nuestras vidas sin necesidad de arrepentirnos de nuestros pecados.  El camino en este mundo que Jesús nos prometió, es más bien un camino difícil, estrecho, pero que conduce a Él.  Ese es el camino, que debemos seguir para mantenernos firmes en la fe y en la esperanza.  Si, es verdad, quizás en algunos casos Jesús mejore y sane las enfermedades de algunos de sus seguidores, pero a muchos de nosotros también nos va a decir Bástate en mi gracia ; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. (2.Cor.12; 9), pues el sufrimiento muchas veces nos va a ocasionar la paciencia y constancia que necesitamos para mantenernos firmes en el camino de la cruz.     
Seguir a Jesús o no,  es una decisión que todos tenemos que tomar en algún momento de nuestras vidas.  Todos tenemos que decidir: rechazarle o seguirle.  No hay otra opción. Tratar de mantenerse imparciales significa rechazar el amor y el perdón que Jesús da a sus seguidores. 
Jesús no es solo “un” camino, sino es “el” camino (Juan 14: 6 y Hechos 4: 12). 
Si no has tomado esa decisión: ¿A qué esperas?

Mari García Arca
Catequista de Confirmación
Coordinadora de liturgia

2 comentarios:

  1. Es un camino de búsqueda continua, muy cuesta arriba, sobretodo de Fe, cuya recompensa es el mayor regalo que podemos recibir, pero el sacrificio es costoso y difícil de mantener...pero la decisión sin duda es exclusivamente personal, y sinceramente estamos en tiempos difíciles..🙏❤

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  2. Concisa y contundente, si Jesús es nuestro camino, que esperamos para seguirlo? Un abrazo

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